sábado, 17 de septiembre de 2011
Juicio de Papel
Juicio de Papel
Doménico veía el papel fascinado,
y con un toque tántrico le reveló una sonrisa sangrienta, haciéndole girar mil
veces ciego y nefasto, mientras en su mente taladraba la frase “está todo bien!
jajaja! sigamos jugando!”. Luego el jurado se presentó desnudo, y con sólo una
palabra subconsciente, también giraron en deseos hipócritas, duplicando su
desnudez en un alcohol entrañable.
Seguía desnudo, con una uva
resignada a iluminar como bombilla su final, escribiendo en nieblas de gloria
sus caricias fashionistas, ya sin esperanzas. El jurado fantasma se regodeaba gutural,
derrochando su neoliberalismo, que eran insolubles en los miles de expedientes
foliados, previamente escritos para ser colgados en diferido. Ahora, no quedaba
duda que Doménico sulfuraba sus misterios ante éste jurado con glorias de
cartón, gritando “¡Ansiolítico, ansiolíticooooooooo!”, con su feedback
ventricular izquierdo, en decibeles infrahumanos.
La muerte ya era fuego en flor de
maracuyá, y el polen era retwitteado en delirios, más y MÁS…, un poco mas…,
recordando a las abuelas apocalípticas, impresas en lápiz labial entretejido.
Gracias al hábito de consumo, los abogados no
soportaban el caos neolingüístico del testigo de piedra y miel con su traje
violeta, diciendo “JAJAJAJAJAJA!!!, es que vos vas a hacer lo mismo! y el juego
no termina aquí!”. A la final, el ganchillo largo y gordo de Doménico escurría
ésa miel parecida a la de los políticos, manchando de forma perenne el papel
del que les hablé al principio.
JLGQ, 16/09/2011
(letras nacidas con gérmenes compartidos con Ricardo)
Etiquetas: cadaver exquisito, Escritura, Placeres, Relato, Valencia, Venezuela
viernes, 16 de septiembre de 2011
Potus
Sin lugar a dudas, hay cosas muy sencillas en las que enfoco mi atención de una manera peculiar; parecieran no decir nada, pero detrás llevan una historia, un significado o muchos conceptos que uno les va adjudicando, clavando mensajes en nuestra realidad expandida personal.
Esta matita es un clon, el cual he ido sembrando y resembrando por varios años, me ha estado acompañando tanto en mis labores como ahora en casa. Su origen es producto de un acto cotidiano poco común en estos días: un presente, un regalo, un gesto de amistad y buena fe (siempre he pensado que regalar una planta habla muy bien de quien realiza el regalo, lo hace mas humano a mis ojos). Fue parte de la herencia que me dejó la chica que ocupaba el cargo y el cubículo que yo ocupé luego por cinco años hasta no hace mucho.
Ahora que lo pienso, su estancia en mi cubículo reflejaba parte de mi personalidad: a veces se presentaba frondosa, se extendia entre mis portalapices y detrás de las carpetas de forma tentacular, otras veces se coloreaba lánguida, cuando la olvidaba, casi moribunda; en estos ultimos casos a veces le negaba alimento a propósito, para ver como renacía luego de reponer su dosis de agua y un rincón de mi infancia se sentía luego héroe/científico/dios por tal renacimiento.
Al igual que yo, no toleraba mucho el aire acondicionado, ni mi vecina con su forma de ser básica, envidiosa y metiche, buscando señas que le confirmaran mi preferencias sexuales, y la planta era una de las señales fluorescentes de mi espectro prismático :-p
Mi planta fue inteligente: me sugestionó sin yo saberlo, a que la mudara a mi casa en uno de sus estados terminales. Así hice, se libró de la oficina antes que yo, la muy vivaracha. Estuvo un rato en mi habitación alquilada y tampoco fue de su agrado, ¡Vaya temperamento!. Terminé, como muchos, echándole la culpa a las "energias rancias" que me rodeaban desde hace rato en mi vida. ¿La solución?, pues la que yo tomaba muchos fines de semana: Valencia. Acá llegó, y estuvo muy modosita en el recibo de la casa, junto con otras que no han tenido mucha suerte (un misterio todavía, cuestión de luz, humedad y picada de culo si es que tienen eso a nivel vegetal). A la final, le sentó bien, tanto así que comencé a experimentar con ella (¿indicio de mi vejentud prematura?, I don't care), entonces comencé a clonarla y en que partes de la casa le iba mejor.
Probé en la jardinera del garage, y los insectos hicieron fiesta por etapas, a veces el sol la cacheteaba, pero la lluvia le iba de maravillas; un ambiente algo inestable para alguien que siempre estuvo en ambientes enrarecidos y neutros, demasiada vida junta, creo yo. A la final ella tuvo un destino mucho mejor, del cual hablaré luego.
Otro de los clones está (y sigue experimentando) entornos acrobáticos, es la guardiana colgante de nuestra escalera y definitivamente le encanta su misión: colgar, 20 puntos, cada vez está mas frondosa.
Yo quería una para mi cuarto, pero se le adelantó un bambú miniatura en mi mesa de noche, ni modo. Me puse a pensar en un lugar apropiado... y sin saberlo, lo tenía en mis narices: en la parte superior del espejo de mi baño. Es perfecto, recibe la humedad constante, puedo regarla cuando quiera sin hacer desastre y recibe el reflejo del sol en las mañanas, y la maravillosa y mágica luz de la tarde (una razón por la cual puedo envidiarla abiertamente y sin verguenza). Y pues allí la ven, reinando, mostrandome su sencillo esplendor todos los días. Siempre que la veo retoñar, por segundos me pongo estúpidamente feliz aunque ese proceso poco tenga que ver conmigo.
Y bueno, la que estaba a merced del salvajismo de la jardinera, cayó en manos de Cintia, fue mi regalo para su nuevo hogar, parte de mi herencia en vida. Ella le dice "Potus", ni idea de cual es el nombre científico. Acompaña a "Lorenzo", un perro violeta de felpa que no se si haga buena pareja con el Potus, pero es su vecina y listo.
Mas de seis años en mi vida, y es parte de mi, mueve un poco mi esencia y la alimenta. Gracias, Potus, por mostrarme tu capacidad innata de adaptación a los cambios, de regeneración, de fertilidad. Aprenderé de él/ella, sé que me hace falta.
Etiquetas: Cotidianidad, Potus
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