jueves, 1 de agosto de 2013

 

Mirada nostálgica

(SP)

Mañana de otoño austral, debe haber sido una de esas cuando ya el frio comenzó a apretar, porque me recuerdo con abrigo y quizás hasta bufanda. En la parada de bus logro estar 10 minutos antes, esa vez la cama me dejo levantar y no me ofreció mucha comodidad. Mis manos se congelan fácilmente, logro a media calentarlas en los bolsillos; mientras espero me coloco los audífonos y activo el mp3 en modo aleatorio, aunque ya me lo sepa al derecho y al revés, entonces me relajo y me dejo llevar por los fenotipos ajenos. Con mis lentes de sol (en parte sensibilidad a la luz, en parte discreción) procedo a realizar mi escaneo habitual, ejemplo: ya llego el pana rubio de traje semi formal y gorra deportiva (ocultando algún mal corte de cabello, no se); también está la viejita asiática bajita y con su cabello nevado y por los hombros, que presumo no debe tener más de 85 y siempre le sonríe al conductor de turno, etc. Normalmente, cual cita eterna en una agenda, aquí se acostumbra siempre a tomar el bus a cierta hora, por ende veras casi siempre las mismas caras; he visto infinidades y ya muchos personajes me resultan conocidos, ver confluir en un bus descendientes de los cuatro puntos cardinales todos los días es algo memorable, cual hojear una revista de National Geographic. Tengo muchos de esos personajes a quienes les invento una historia para mi disfrute, realmente desde que tengo uso de razón tengo esa costumbre, pero esa mañana hubo alguien que me tomó por sorpresa: Ella.


Ese día cuando subí no le vi sino hasta sentarme en los últimos puestos, fue inevitable que mis ojos se anclaran en ella, su humanidad hace contraste en un país donde la mayoría son históricamente descendientes de europeos. Ese color chocolate oscuro, parejo y brillante según se ve en cara y brazos, tiene un tono único, muy bonito, ancestral. Aunque sus rasgos no son nada refinados, tampoco llegan a ser toscos, una belleza simple. Oh, lleva un coche de bebe, por eso está cerca del conductor; esa mañana no logre ver a la nena pero si las veces siguientes; mientras, ella iba vestida con un sobretodo color café y una bufanda estampada rojo y blanco; su cabello es corto y muy riso, me extraña que no lleve extensiones o algo así, pero la verdad no le queda mal, es hasta agradable verla natural. Entonces, vi sus ojos, pequeños y nostálgicos, fue como ver un pozo profundo de sensaciones. Su mirada se perdía la mayor parte del tiempo viendo la ventana, pensativa, lo que me lleva a especular mil historias sobre que hace aquí, desde hace cuánto, a que se dedica, pero más que todo a que se debe esa tristeza. Ese sentimiento a pesar de verse tenue en su actitud, la empapa toda como llovizna invisible, se me antoja pensar que por la ventana no ve Adelaide sino una llanura esteparia o un paisaje húmedo y ecuatorial, y en medio de ese paisaje hay cosas y gente que ya no están, o están muy lejos para devolverle la sonrisa. Me dejo llevar y la veo fijamente, se ve seria y ni le sonríe a la bebe ese día, hago empatía con esa sensación que debe tener algo de extrañar su terruño porque también lo siento, pero debe haber algo más, mucho más. Siguiendo los clichés que acompañan a los estereotipos insertados por defecto en nuestras neuronas, supongo que su vida ha sido marcada por rechazos, por trabajo duro, esa tristeza tiene muchos matices para ser solo gracias a despertarse con el pie equivocado. Me sorprende mirándole, de inmediato baje la mirada y fingí ver mi teléfono y espero unos momentos prudenciales para continuar mi chequeo, necesitaba más información porque su sencillez me abruma.

Ese día, como los siguientes, se baja en la misma parada que yo en Grote St, y ahora que recuerdo no me he fijado a donde se dirige luego, no quisiera pasarme de indiscreto. Ahora como tomo un bus 15 minutos más temprano, no la veo, pero las veces que si me retraso en salir de casa me toca esperar el de las 8, y casi siempre viene allí. Las últimas veces vi que sonreía un poco, todas para su bebe, sin mostrar sus dientes (nunca se los he visto), timidez quizás. Espero que haya encontrado más razones para sonreír aunque la nostalgia este tatuada en su alma con tinta indeleble, como la mía, indeleble pero algunas veces fuente inagotable de energía para continuar.

JLGQ, 01/08/13.

(you can find this article in English here)

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Nostalgic look

(EN)

Austral autumn morning, it had to be one of those when cold had getting stronger, because I remember myself with jacket and perhaps a scarf. I’ve arrived at the bus stop 10 minutes before, that time the bed allowed me to wake up and didn’t offer me more cosiness. My hands get freezing easily, I found getting warm in my pockets, meanwhile I put my earphones and turned on my mp3 player on random mode although I knew everything in it from A to Z, then I begin to relax myself and let me flow by the others’ phenotypes. With my sunglasses (part light sensitive eyes, part discreet) I proceed to realise my frequent scanning, e.g.: the blond dude with demi formal suit and sport cap has come (hiding some bad haircut, dunno); Also is the asian old & tiny lady with her snowy hair by her shoulders, I guess she has no more than 85 and always offers a smile to the bus driver, etc. Normally, like an eternal date on an agenda, here is usual to take the bus according a timetable, thus you’ll see always the same faces; I’ve seen a lot of and many characters are well known already, to see converge in a bus descendants from the four cardinal points every day is something remarkable, like to check a National Geographic magazine. I have many of these characters which I’ve created some background stories for my own enjoy, actually I have this tradition since I have memory, but that morning it was something that took me by surprise: her.



That day when I went up to, I didn’t see her until I took one of the last seats, was inevitable that my eyes dropped anchor her, her humanity make too much contrast in a country where the majority are European descendants. That dark chocolate colour, smoothly and shining as it can be presumed by her face and arms, has a unique value, very pretty, ancestral. Although her features weren’t refined at all, not become rough, just a simple beauty. Oh, she is carrying a baby coach, that’s why is close to the driver; I didn’t see the baby girl that morning but the next ones; meanwhile, she was wearing with a café overcoat and a stamped red and white scarf; her hair is short and very curly, I found strange that she is not using hair extensions or something similar but to be honest is not that bad, is even nicer to see her naturally. Then I saw her eyes, small and nostalgic, was like to see a deep well of sensations. Her look was lost most of the time looking outside by the window, meditative, which me made to speculate a thousand stories about why is she here?, when is she coming from?, what are she doing?, but after all, what’s the reason of her sadness?. That feeling despites to looks faint in her attitude, its soak her all like an invisible drizzle, seems to me that by the window is not watching Adelaide but a steppic plain land or a humid and equatorial landscape, and in the middle of this landscape there are things and people that aren’t anymore, or there are too far to giving her smile back. I let go then I see her steadily, she looks serious and she even smile to the baby that day, I’ve made empathy with that feeling which it should have something of homesick because I feel similar, but it has to be something more, much more. Following by the clichés with join the stereotypes by default on our neurons, I guess her life was marked by rejections, hard work, that sadness has many tones to be just because wake up with the wrong foot. She found me looking at her, suddenly I glanced down my eyes and pretending checking my pone then I wait some prudent moments to continue my checking, I was needed more information because her simplicity it was overwhelms.

That day, like the next ones, she drop off at the same bus stop as me at Grote St, and now that I remember I haven’t checked where she is going after, I won’t be more indiscreet. Because now I’m taking a 15 minutes earlier bus I can’t see her, but the times when I delay myself and must wait until 8, she is coming inside the bus most of times. Last times I saw she was smiling a little, all for her baby girl, without showing her teeth (never saw them), perhaps shyness. I hope she’d founded more reasons to smile even though nostalgia is tattooed on her soul, as on mine’s, indelible but also sometimes an endless source of energy to continue.

JLGQ, 01/08/13.

(puedes leer este articulo en Español aqui)

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